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EL CEPA DE VISITA A TOLEDO

Miércoles, 20 Diciembre, 2023

El 15 de diciembre, los alumnos y profesores del CEPA Francisco de Quevedo visitamos Toledo, una de esas ciudades cuyos rincones siempre albergan secretos por descubrir. 

Llegamos temprano y, aunque el frío de la mañana nos recibió nada más bajar del autobús, atravesamos la Puerta de Bisagra y nos dirigimos a nuestra primera parada: la iglesia de San Román. El edificio, de estilo mudéjar y construido sobre una antigua mezquita, es la sede del Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda.

Tiempo después, recorrimos las calles de la ciudad de las tres culturas hasta llegar al antiguo hospital de Santa Cruz, reconvertido hoy día en un museo que atesora algunas de las pinturas más famosas de El Greco, como la Inmaculada Concepción, realizada en 1613, durante los últimos meses en los que el pintor permaneció en la ciudad. En este caso, la suerte no estuvo de nuestra parte, y el ala del museo en el que se exponen dichos cuadros estaba cerrada al público. Al menos habían colgado un impresionante mural con las pinturas impresas, que nos sirvió para consolarnos un poco.

Tras un merecido descanso para comer, recuperar fuerzas y comprar algunos dulces y mazapanes toledanos, nos reencontramos delante de la Puerta del Perdón de la catedral de Santa María. El templo, de estilo gótico, sobrecoge desde el primer momento que uno pone un pie entre sus muros. Recorrimos su interior, observando boquiabiertos la suntuosa decoración de sus bóvedas, sus vidrieras, sus rosetones… entre el silencio que solo rompían las explicaciones de los profesores o el ruido de los operarios que montaban el belén.

Al caer la noche nos dirigimos a la plaza de Zocodover. Allí nos recibieron dos guías que nos habrían de acompañar por la otra parte monumental de Toledo (y quizás la más desconocida), la de sus calles y sus leyendas. Anduvimos a través de las empedradas calles, nos asomamos a los callejones más oscuros y angostos, nos detuvimos en cada esquina que guardara alguna leyenda, cuya historia nos narraban los guías con todo lujo de detalles. Ecos del Toledo medieval y de los templarios, de magia y hechicería, de la época de capa y espada, de lances de amor o venganza llegaban hasta nuestros oídos y cuyos personajes se aparecían ante nuestros ojos en cada calle que atravesábamos.

Y no hubo tiempo para más. Ya de noche, el mismo frío que nos había recibido nos despidió de vuelta al autobús. Antes de irnos tuvimos la ocasión de contemplar las vistas del Toledo nocturno desde el Miradero. Miles de luces, habituales y navideñas, resplandecían en la oscuridad y se reflejaban en las aguas del Tajo.

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